18/10/11

 

Las ventajas estratégicas de la nacionalización ferroviaria

 

La nacionalización de los ferrocarriles, en marzo de 1948, no solo arrebató de manos extranjeras un servicio vital para reorientar la actividad económica sino que representó un ahorro esencial para el país y la toma de posesión de numerosas empresas subsidiarias. Por un total de 2.029.500.000 pesos el Estado asumió en el Dock Sur las riendas de edificios, terrenos y materiales; de 3.434 metros lineales de muelles de servicios para abastecer de combustible a los buques; de 60 hectáreas de terreno; de elementos para el transporte de cargas por tren a cualquier punto del país y de siete galpones con capacidad para 57.000 toneladas. También se hizo cargo en esa área de 46 guinches eléctricos (1 de 20 toneladas, 2 de 10, 4 de 5, 16 de 3, 21 de 1 y media y 2, a vapor, de 5 toneladas); de caminos de acceso afirmados; de una usina para suministrar energía eléctrica a toda la zona y de 3 elevadores de granos para 23.800 toneladas en bolsas y 23.600 a granel, lo que permitía cargar 1.500 toneladas por hora. A partir de la adquisición de los trenes, el Estado comenzó a tener participación en las empresas eléctricas Bahía Blanca (capital; 10.000.000; participación estatal: 1.400.000); Depósitos Frigoríficos San Juan S.A.; Compañía de Muelles y Depósitos del Puerto de la Plata S.A. y de la Compañía de Tierras y Hoteles de Alta Gracia (capital: 1.000.000; participación estatal: 110.000). También del Frigorífico de Productores de Uva de Exportación y Congelación de Frutas (capital: 568.614,60; participación estatal: 124.981,12); de la Compañía Internacional de Transportes Automóviles (de pasajeros); de la Compañía de Transportes Expreso Villalonga S.A. (servicios combinados con trenes, cargas, encomiendas, equipajes, mundanzas) y de Cóndor S.A., de servicio de pasajeros entre Buenos Aires, Mar del Plata y Miramar. El Estado adquirió las firmas Fomento del Norte Argentino Agrícola-Ganadera e Inmobiliaria; Sociedad de Aguas Corrientes de Bahía Blanca; Sociedad de Consumo Ramos Generales; Transportes Cordilleranos S.R.L.; Transportes Regionales Argentinos S.R.L.; Compañía de Transportes del Litoral S.A. y Ferrocarrilera de Petróleo, de explotación de crudo, afines y derivados. El ferrocarril "Oeste" recorría 292 kilómetros y proporcionaba el 9 por ciento de interés, con tarifas más reducidas que las de todos los trenes sudamericanos y una mayor puntualidad del servicio. Se había malvendido el 28 de abril de 1890, a pesar que durante 28 años de argentinidad produjo un rendimiento medio anual del 7,25 por ciento. Todo un ejemplo de gestión liberal. En 1948, el gobierno también se hizo cargo de las compañías Distribuidora Nacional de Frutas (capital: 3.000.000); Frigorífico y Mercado del Once; Dock Sur (actividades portuarias); Hoteles Sudamericanos; Líneas Económicas Decauville y con el edificio de Paseo Colón 185, valuado en 4.117.400 pesos. Todo esto y mucho más le costó al Estado argentino 2.029.500.000 pesos, aunque el mismo día de la adquisición ya había acrecentado su valor. La nacionalización abarcó la totalidad del sistema ferroviario y más de 17.000 propiedades anexas. Esa reestatización de las líneas Mitre, Urquiza, Belgrano, Roca, San Martín, Sarmiento y Nacional Patagónico constituyó la etapa clave de la obra de recuperación económica nacional. La Argentina había estado a la deriva. Su clase política -hecha de caudillos y no de estadistas- no tenía proyecto, ideología ni doctrina. La planificación brillaba por su ausencia. La concepción estaba sujeta a los intereses del imperio de turno. Reinaban la indiferencia y el egoísmo. Las políticas oficiales debían ser aprobadas por Inglaterra. Un siglo de explotación hizo trizas el perfil de Nación independiente, justa y soberana. Desde 1943 y, de manera fundamental, a partir de 1946, se emprendió una tarea con ideología, doctrina, proyecto y planificación de objetivos. Ello implicó reducir a escombros la línea de pensamiento y la argumentación del pasado entregador. Así pudo derrotarse la habilidad de los negociadores ingleses, su gran astucia y su terrible pertinacia para persuadir u obligar. La organización comenzó a vencer las dificultades de un siglo de inacción. La planificación estratégica echó por tierra la argumentación liberal. El Estado era eficiente y próspero. (Patagónico.net)

 

 

 


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